• El Efecto 2000 y los ordenadores.

    Su nombre hace pensar en profecías apocalípticas y terribles cataclismos. Para muchos, es uno de los retos más importantes que tendrá que afrontar la sociedad; para otros, el mayor fraude del siglo. Pero el problema del año 2000, o el Efecto 2000, es tan real como las máquinas que hacen funcionar nuestro entorno.

    En muchos aparatos electrónicos y aplicaciones informáticas las fechas se representan y procesan con seis dígitos, correspondientes al día, mes y año. Utilizar dos dígitos, en lugar de cuatro, supondrá encontrarse con un escueto "01/01/00" el 1 de enero del 2000, una fecha que el ordenador procesará con un insignificante error de 100 años: volverá al 1 de enero de 1900.

    Para los ordenadores que no estén preparados para esta eventualidad, cualquier servicio que se preste en el umbral del 2000, será facturado con una duración de 100 años; cualquier previsión, retrasada un siglo; y cualquier esperanza de no tener problemas, pospuesta indefinidamente.

    Según una encuesta de SEDISI (Asociación de Empresas de Tecnologías de la Información), el 12,6 por ciento de las empresas españolas ha asumido el problema del año 2000. De las 745 empresas consultadas, sólo 93 están adaptando sus sistemas. La mayoría, empresas grandes.

    ¿Quién es el responsable?

    La decisión de actuar contra este problema en las empresas es responsabilidad del director de informática; él es el encargado de comprobar que los productos que se adquieren están preparados para afrontar el Efecto 2000, o de solicitar el dinero necesario para adaptar la infraestructura actual a las fechas de ocho dígitos.

    En muchos casos, pedir ayuda para resolver el Efecto 2000 levanta suspicacias en la dirección, que no acaba de entender por qué no se ha previsto un problema, teóricamente, tan obvio. Por este motivo, algunas empresas ofrecen un paquete conjunto de servicios para adaptar sistemas informáticos al euro -en principio, inevitable- y resolver el problema del año 2000, de modo que este último no llame tanto la atención.

    También la Administración ha decidido hacer frente a ambos problemas. Más de 770 millones de pesetas serán empleados en la adaptación de los equipos y programas de los organismos públicos a la moneda única y el año 2000.

    Para Gerardo Rodríguez Vilches, gerente del área de Desarrollo de Sistemas de Price Waterhouse, las empresas e instituciones españolas no están, "en líneas generales" suficientemente preparadas para el Efecto 2000, ya que un buen número de ellas aún esperan que aparezca un milagro: una herramienta que automatice sin errores todas las fases de la adaptación de un sistema informático (incluyendo las pruebas).

    Según este experto, las que lo van a tener más difícil son las pequeñas y medianas empresas. Debido al elevado coste que supone acudir a una gran consultora, o revisar línea por línea cada uno de sus programas, muchas pymes deberán centrarse en una estrategia de sustitución por paquetes.

    Este concepto hace referencia a los diferentes módulos (contabilidad, gestión de bases de datos, etc.) que forman las aplicaciones integradas de gestión.

    Otras empresas han decidido implantar directamente nuevos sistemas, ya que en muchos casos suele resultar más rentable que poner parches a los antiguos.

    Precisamente, la necesidad de adaptar los sistemas a estos dos requerimientos (el euro y el 2000), está sirviendo de estímulo para lo que se conoce como un auténtico boom de los sistemas integrados desarrollados.

    ¿Cuánto vale cruzar el milenio?

    El coste depende de muchos factores, pero suele oscilar entre las 75 y las 150 pesetas por línea de código; y entre las 5.000 y 6.000 pesetas por hora, para las modificaciones a medida de los sistemas informáticos. Los programas específicos que solucionan estos problemas suelen tener un coste medio de 100.000 pesetas /programa.

    Con todo, el mejor programa o la mejor puesta a punto de un sistema informático puede resultar inútil si no se dispone de un salvavidas: una opción alternativa en el caso de que se produzca una emergencia, por haber pasado algo por alto.

    Según Rodríguez Vilches, la mejor forma de evitar un colapso del sistema, en caso de que no funcione como está previsto, es montar uno paralelo que adapte, línea, por línea, el código original de las partes más críticas.

    Víctor Ayllón, responsable del área de Tecnología de Peoplesoft, estima que si bien "casi todo el mundo tiene este tema encauzado", los mayores problemas los tendrán las pymes cuya gestión depende de programas que fueron diseñados en su día por empresas o programadores que luego no han realizado un mantenimiento o una actualización de su tecnología.

    Por otra parte, Ayllón considera que las empresas deberían prestar una mayor atención a la cuestión del euro. Para algunas instituciones, el disponer de un sistema perfectamente engrasado y adaptado a cualquier eventualidad no es una cuestión de mera modernización sino de supervivencia: es el caso de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el organismo encargado de la supervisión e inspección de los mercados financieros españoles.

    "Un escenario que no me gustaría imaginar". Así califica Pablo Rivero, director de Relaciones Internacionales de la citada Comisión, el supuesto de que nuestro sistema financiero no estuviera correctamente afinado para el 2000. La CNMV envió una circular el pasado 11 de mayo a los presidentes de las sociedades rectoras de los mercados de valores en los siguientes términos: "Un sistema tecnológico que no tenga previsto y resuelto la posibilidad de un error al cambiar el año puede poner en riesgo el correcto funcionamiento de los mercados de valores y los sistemas de compensación y liquidación".

    En última instancia, será necesario un esfuerzo de coordinación política, según Rivero: "De nada sirve que un sistema funcione a la perfección el día 1 de enero del 2000 si luego se produce un fallo de electricidad".

    Un problema político.

    Si en algo coinciden todos los expertos, es en definir el Efecto 2000 como un problema a escala mundial. Rafael Estrella, diputado por Granada del PSOE, es uno de los estudiosos del Efecto 2000 en España. Hace un año, presentó una proposición no de ley para llamar la atención del Gobierno sobre un problema cuyas consecuencias prefiere llamar sólo "disfunciones" antes que "catástrofes".

    Para Estrella, se trata de una cuestión planetaria con mayor impacto en los países cuya economía dependa más de las multinacionales, "aunque sean éstas las que más beneficios están obteniendo de esta situación".

    Según el diputado, el Gobierno no da al Efecto 2000 la misma importancia que otros ejecutivos de la UE. "Tony Blair" -afirma Estrella- "ha incluido el Efecto 2000 en la agenda de los temas del G-7, pero en España no es posible saber cómo afronta Hacienda el problema".

    Por otra parte, cree que nadie ha reparado en los problemas derivados del consumo y no existe ningún tipo de normativa que proteja a la persona que compra un vídeo o un fax no preparado para el 2000. Sin embargo, la situación podría ser más grave y afectar a algunos modelos de marcapasos.

    ¿Qué sucederá?

    Puestos a predecir lo que sucederá el 1 de enero del 2000, Estrella cree que hay que ser moderadamente pesimista, sobre todo cuando un país como Estados Unidos, que lleva mucho tiempo estudiando el problema, demuestra estar asustado. El diputado lo explica con un ejemplo: "Uno de los expertos más eminentes de Efecto 2000 ha decidido mudarse a México, para no estar en Nueva York en el 2000. Está convencido de que la ciudad de los rascacielos se convertirá en un enorme caos".