Otra de nacionalismos
09/05/06 18:09 Archivado en: Sociedad
Si quisiera podría escribir cada día acerca de algún episodio relacionado con la fiebre nacionalista que se vive en España de unos años a esta parte. No obstante, me suelo contener. Sin embargo, hoy quiero detenerme un momento en un ejemplo más del paletismo que caracteriza a todos los nacionalismos, así como de su esencia profundamente totalitaria y fascista.
El partido nacionalista que gobierna en el País Vasco quiere "normalizar" (¡ay, qué miedo me da esta palabra!) el nombre oficial de las provincias que forman aquella comunidad autónoma. Así, de prosperar la propuesta, el único topónimo oficialmente válido para denominarlas será el que se utiliza en eusquera.
Ya he comentado en alguna ocasión cuál es el razonamiento lingüístico y desapasionado que corresponde plantear en estos casos. Pero obviamente no cabe esperar ninguna coherencia ni lógica alguna por parte de las "lumbreras" de la clase política que nos toca padecer a los españoles.
En cualquier caso, lo que merece una mención especial no es el hecho en sí de oficializar algo que ha sido siempre de lo más normal (la gente de habla catalana, gallega o vasca siempre ha utilizado los topónimos vernáculos al expresarse o escribir en su idioma - ¡faltaría más!), sino la absurda y perversa intención de obligarnos a todos los demás a renunciar al uso de los correspondientes topónimos castellanos.
Estos personajillos impresentables son unos hipócritas que cuando hablan en otra lengua distinta a la castellana no tienen ningún problema a la hora de "traducir" los topónimos españoles y extranjeros a su propia lengua. Sin embargo, hete aquí que no pueden soportar que los cientos de millones de hispanohablantes nos refiramos a cualquier lugar de la geografía española, sin excepción, por su forma castellana.
Detrás de todo esto está la persecución lingüística que están llevando a cabo sin ningún rubor los diferentes gobiernos autonómicos de signo más o menos nacionalista. No les interesa tanto fomentar otras lenguas, cuanto borrar del mapa cualquier vestigio del español en sus zonas de influencia. Este es el fin último, unas veces declarado y otras no, de las pretendidas "normalizaciones lingüísticas" tan de moda en algunas comunidades.
Seguro que los habitantes de Ourense o Girona, que ya están debidamente "normalizados", son mucho más felices que los ciudadanos de Vizcaya. Ahora, cuando ya no sea Vizcaya, sino Bizkaia, la cosa va a cambiar radicalmente. ¡Fijo! Y por supuesto yo estoy como loco por cambiar el topónimo castellano de Madrid por el único válido y sacrosanto, que como todo el mundo sabe es Madriz. ¡Ah, y además que los analfabetos anglosajones, los teutones y los escandinavos, por no hablar de los chinos, pasen por el tubo, como todos! Porque como es bien sabido, ningún progre que se precie osa decir que su abuela materna nació en San Cristóbal (pequeño municipio del interior de Menorca).
Postdata- El párrafo anterior es un ejercicio de ironía. ¡El problema es que los nacionalistas se lo toman al pie de la letra! En fin, cada uno hace el ridículo como quiere.
El partido nacionalista que gobierna en el País Vasco quiere "normalizar" (¡ay, qué miedo me da esta palabra!) el nombre oficial de las provincias que forman aquella comunidad autónoma. Así, de prosperar la propuesta, el único topónimo oficialmente válido para denominarlas será el que se utiliza en eusquera.
Ya he comentado en alguna ocasión cuál es el razonamiento lingüístico y desapasionado que corresponde plantear en estos casos. Pero obviamente no cabe esperar ninguna coherencia ni lógica alguna por parte de las "lumbreras" de la clase política que nos toca padecer a los españoles.
En cualquier caso, lo que merece una mención especial no es el hecho en sí de oficializar algo que ha sido siempre de lo más normal (la gente de habla catalana, gallega o vasca siempre ha utilizado los topónimos vernáculos al expresarse o escribir en su idioma - ¡faltaría más!), sino la absurda y perversa intención de obligarnos a todos los demás a renunciar al uso de los correspondientes topónimos castellanos.
Estos personajillos impresentables son unos hipócritas que cuando hablan en otra lengua distinta a la castellana no tienen ningún problema a la hora de "traducir" los topónimos españoles y extranjeros a su propia lengua. Sin embargo, hete aquí que no pueden soportar que los cientos de millones de hispanohablantes nos refiramos a cualquier lugar de la geografía española, sin excepción, por su forma castellana.
Detrás de todo esto está la persecución lingüística que están llevando a cabo sin ningún rubor los diferentes gobiernos autonómicos de signo más o menos nacionalista. No les interesa tanto fomentar otras lenguas, cuanto borrar del mapa cualquier vestigio del español en sus zonas de influencia. Este es el fin último, unas veces declarado y otras no, de las pretendidas "normalizaciones lingüísticas" tan de moda en algunas comunidades.
Seguro que los habitantes de Ourense o Girona, que ya están debidamente "normalizados", son mucho más felices que los ciudadanos de Vizcaya. Ahora, cuando ya no sea Vizcaya, sino Bizkaia, la cosa va a cambiar radicalmente. ¡Fijo! Y por supuesto yo estoy como loco por cambiar el topónimo castellano de Madrid por el único válido y sacrosanto, que como todo el mundo sabe es Madriz. ¡Ah, y además que los analfabetos anglosajones, los teutones y los escandinavos, por no hablar de los chinos, pasen por el tubo, como todos! Porque como es bien sabido, ningún progre que se precie osa decir que su abuela materna nació en San Cristóbal (pequeño municipio del interior de Menorca).
Postdata- El párrafo anterior es un ejercicio de ironía. ¡El problema es que los nacionalistas se lo toman al pie de la letra! En fin, cada uno hace el ridículo como quiere.