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Día del Orgullo...

Madrid está siendo testigo de las celebraciones del llamado "Día del Orgullo Gay". Los medios de comunicación, siguiendo el dictado de lo políticamente correcto, se hacen eco de los actos que se vienen realizando en el barrio de Chueca sin escatimar en esfuerzos materiales y humanos. Hasta aquí la noticia.

Pero ¿es que nos hemos vuelto todos locos o qué? Por mucha que sea la fuerza de los grupos de presión homosexuales (que lo es), por muchas legislaciones que se aprueben en los parlamentos, por más que se insulte y critique a quien no esté de acuerdo con el ideario de los seguidores del arco iris (y lo de "homófobo" es lo más fino que se puede escuchar), el mal no se va a convertir en bien. Aunque toda la humanidad se juntara como un solo hombre y dijera que la mentira es verdad, no por eso llevaría la razón.

Dios ha expresado con toda claridad su opinión sobre el comportamiento humano. El pecado no deja de serlo porque lo vote la mayoría, se ponga de moda, o esté mejor visto que antes. Celebrar el "Día del Orgullo Gay" es tan absurdo y ridículo como celebrar el "Día del Orgullo de los Mentirosos" o el "Día del Orgullo de los Ladrones". Todos somos pecadores y, por tanto, declarados culpables por la ley de Dios. Si encima nos regodeamos en nuestra propia miseria y queremos enorgullecernos de nuestra patética y deleznable manera de vivir, es que hemos perdido por completo el rumbo.

La homosexualidad no es ni mejor ni peor que otros pecados. Atenta contra Dios y nos separa de él, como la mentira, la codicia, la envidia y tantos otras cosas. Sólo el arrepentimiento y una completa restauración en Cristo nos pueden cambiar y darnos acceso al regalo de una vida nueva y eterna. Esa es la única esperanza para la humanidad.

Pretender que ser un pervertido y llevar una vida contra natura es bueno, y que no pasa nada, no deja de ser una forma de autoengaño. Los colectivos gays no deberían preocuparse de lo que pensemos los demás (por cierto, en Occidente hace bastante tiempo que se lucha en contra de cualquier tipo de discriminación), ni siquiera de lo que opinen las iglesias (que en general, aunque no siempre ha sido así, procuran denunciar el pecado sin por ello dejar de tender la mano al pecador). Lo que sí debería importarles, y mucho, es lo que Dios ha expresado claramente en su Palabra.

Personalmente, tengo muy pocas cosas de las que enorgullecerme, y mucho menos de mis pecados, debilidades y flaquezas. Soy pecador, y me aferro a la misericordia de Dios para que no me juzgue conforme a mis merecimientos, sino de acuerdo con la justicia de su Hijo Jesucristo, en quien he depositado mi confianza y a quien he entregado mi vida. El único día digno de ser celebrado de verdad es el "Día del Arrepentimiento", y eso vale para los gays, los mentirosos, los homicidas, los avaros, los que aborrecen a sus padres, los adúlteros, los ladrones... En definitiva, para todos nosotros.

El analfabetismo religioso

Siguiendo algunos enlaces (cosa muy típica en todas aquellas personas que navegamos habitualmente por Internet) he llegado hasta el artículo Worshiping in Ignorance. Su lectura me ha parecido interesantísima. Algunos párrafos son, simplemente, memorables. Por ejemplo, éste:
It is now commonplace in the United States to outsource computer programming and customer-service work to developing nations. But democracy cannot be outsourced. To continue to defer to television's talkocracy on matters as important as the political theology of Islam, the biblical view of marriage, or what Jesus would do about the environment is to recuse ourselves from democracy itself. The alternative is to "get" religion — to cultivate in our college students basic literacy about the world's religions.
Evidentemente se trata de un contexto netamente estadounidense, pero mientras iba leyendo no he podido evitar pensar en el absoluto analfabetismo religioso que padecemos también en España. Aquí la miopía no nos deja ver más allá del debate sobre si la asignatura de Religión (la que sea, pero en el sentido confesional) debería impartirse o no en las escuelas. En realidad la cuestión no es esa, sino más bien cuándo seremos un país occidental normalizado y veremos como algo absolutamente natural que se den cursos de cultura religiosa (en un sentido amplio y no confesional) en nuestros centros de enseñanza. La religión, se quiera o no, es cultura, y futuros licenciados y profesionales no pueden considerarse personas cultas y formadas sin unos conocimientos mínimos (quizá debería escribir MÍNIMOS) en materia religiosa.

Sinceramente, aquellos periodistas, profesores o abogados españoles (entre otros) que llaman evangelistas a los evangélicos o se jactan de no saber nada sobre el protestantismo, o actúan de mala fe o son analfabetos religiosos, o las dos cosas a la vez...

Católicos y anglicanos

En la sección de Sociedad de la edición digital de El País leo este llamativo titular: Obispos católicos y anglicanos proponen la reunificación de sus iglesias bajo la autoridad del Papa. Los "coqueteos" entre unos y otros no son algo nuevo. Sin embargo, me sorprende la descripción tan simplista que hace el periodista de cuáles son realmente las diferencias existentes entre ambas confesiones:
Las principales diferencias entre el catolicismo y el anglicanismo pasan porque en esta última confesión las mujeres pueden ser ordenadas al sacerdocio y los curas, contraer matrimonio. Por otra parte, los anglicanos rechazan el culto a las imágenes.
Si las diferencias fueran solamente esas, ¿a qué están esperando para reunificarse?

Un país antijudío y antinorteamericano

Pues sí, resulta que España es básicamente antijudía y antinorteamericana. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que todo el mundo se sienta así. Sin embargo, de todos los medios de comunicación que he conocido, los españoles son, con diferencia, los que menos pudor tienen a la hora de mostrar sus filias y fobias en ese sentido.

Si de verdad alguien quiere saber lo que sucede en Oriente Medio o cómo son los Estados Unidos de Norteamérica, no lo descubrirá por medio de la mayoría de la prensa, radio y televisión de nuestro país. Es triste, pero es así. Además, despotricar contra todo lo que representan Israel y EE.UU., sin tener ni pajorera idea de lo que se está diciendo, es lo políticamente correcto en los tiempos que corren, y si te desvías de la norma, ya sabes lo que te espera...

Soy el primero en criticar lo que me parece criticable, venga de donde venga, lo haga quien lo haga y lo diga quien lo diga. Dicho esto, de ahí a tragar con la desinformación y manipulación interesada de una parte importante de los periodistas, políticos y demás creadores de opinión españoles, media una abismo.

Así que si alguien está interesado en informarse sobre el reciente conflicto entre Israel y Hezbolá, y no en la "propaganda" que se nos brinda habitualmente, en la Red podrá hacerlo sin demasiada dificultad. Por ejemplo,
aquí (en inglés). Más que nada por aportar un poco de equilibrio al tema.

Otra de nacionalismos

Si quisiera podría escribir cada día acerca de algún episodio relacionado con la fiebre nacionalista que se vive en España de unos años a esta parte. No obstante, me suelo contener. Sin embargo, hoy quiero detenerme un momento en un ejemplo más del paletismo que caracteriza a todos los nacionalismos, así como de su esencia profundamente totalitaria y fascista.

El partido nacionalista que gobierna en el País Vasco quiere "normalizar" (¡ay, qué miedo me da esta palabra!) el nombre oficial de las provincias que forman aquella comunidad autónoma. Así, de prosperar la propuesta, el único topónimo oficialmente válido para denominarlas será el que se utiliza en eusquera.

Ya he
comentado en alguna ocasión cuál es el razonamiento lingüístico y desapasionado que corresponde plantear en estos casos. Pero obviamente no cabe esperar ninguna coherencia ni lógica alguna por parte de las "lumbreras" de la clase política que nos toca padecer a los españoles.

En cualquier caso, lo que merece una mención especial no es el hecho en sí de oficializar algo que ha sido siempre de lo más normal (la gente de habla catalana, gallega o vasca siempre ha utilizado los topónimos vernáculos al expresarse o escribir en su idioma - ¡faltaría más!), sino la absurda y perversa intención de obligarnos a todos los demás a renunciar al uso de los correspondientes topónimos castellanos.

Estos personajillos impresentables son unos hipócritas que cuando hablan en otra lengua distinta a la castellana no tienen ningún problema a la hora de "traducir" los topónimos españoles y extranjeros a su propia lengua. Sin embargo, hete aquí que no pueden soportar que los cientos de millones de hispanohablantes nos refiramos a cualquier lugar de la geografía española, sin excepción, por su forma castellana.

Detrás de todo esto está la persecución lingüística que están llevando a cabo sin ningún rubor los diferentes gobiernos autonómicos de signo más o menos nacionalista. No les interesa tanto fomentar otras lenguas, cuanto borrar del mapa cualquier vestigio del español en sus zonas de influencia. Este es el fin último, unas veces declarado y otras no, de las pretendidas "normalizaciones lingüísticas" tan de moda en algunas comunidades.

Seguro que los habitantes de Ourense o Girona, que ya están debidamente "normalizados", son mucho más felices que los ciudadanos de Vizcaya. Ahora, cuando ya no sea Vizcaya, sino Bizkaia, la cosa va a cambiar radicalmente. ¡Fijo! Y por supuesto yo estoy como loco por cambiar el topónimo castellano de Madrid por el único válido y sacrosanto, que como todo el mundo sabe es Madriz. ¡Ah, y además que los analfabetos anglosajones, los teutones y los escandinavos, por no hablar de los chinos, pasen por el tubo, como todos! Porque como es bien sabido, ningún progre que se precie osa decir que su abuela materna nació en San Cristóbal (pequeño municipio del interior de Menorca).

Postdata- El párrafo anterior es un ejercicio de ironía. ¡El problema es que los nacionalistas se lo toman al pie de la letra! En fin, cada uno hace el ridículo como quiere.

Cuidado con quién te metes

Unas viñetas sobre Mahoma, publicadas en un periódico danés, han desatado las iras de los países musulmanes (también puede leerse la noticia aquí). Parece ser que han sido tomadas como una ofensa terrible, monstruosa e imperdonable. Y ya sabemos cómo se las gastan en esos países.

Mientras, en nuestro entorno la gente blasfema contra Dios y "pone a parir" los valores cristianos básicos día sí y día también. Y ¿qué sucede? Nada. Absolutamente nada.

No deja de ser curiosa y lamentable la comparación. Meterse con Mahoma puede representar incluso la muerte. Meterse con Cristo y el cristianismo sale absolutamente gratis. Así que al final resulta que este cristianismo tan "malo", tan "nocivo", tan "opio del pueblo", tan "retrógado", encarna la libertad. Sí, incluso la libertad de ir en su contra y hacer mofa de él. A ver si de una vez por todas los "progres" de Occidente abren los ojos y se dan cuenta de la diferencia que existe entre la tiranía y la libertad.

Cuando veas las barbas de tu vecino arder...

Ya lo dice el refrán: "Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas a remojar".

Ante el enésimo desvarío fascista de los nacionalismos identitarios, me ha llamado la atención el tratamiento certero, objetivo y repleto de sentido común de esta
articulista. Ni yo mismo lo hubiera expresado mejor. ¡Qué pena da ver que se utiliza la lengua como arma, en lugar de considerarla un instrumento de comunicación, de concordia y de riqueza! Y ¡qué triste resulta constatar la facilidad con que las víctimas de antaño se convierten en los verdugos de hoy!

Y digo yo, ¿las iglesias evangélicas no tienen nada que decir al respecto?

Caminando con monstruos

Ayer pude ver el documental "Caminando con monstruos" en Canal+. Según la información proporcionada por la propia cadena, se trataba de un "prestigioso documental de la BBC, de los productores de 'Caminando con dinosaurios', que descubre la fascinante historia de la vida en la Tierra antes de la aparición de los grandes saurios y de que los mamíferos comenzaran a dominar el Planeta, una época de la historia de la Tierra en la que la evolución puso en ella criaturas y plantas tan extraordinarias que nadie creería que se encontraba en este planeta".

Allí, frente a la pantalla del televisor, no pude evitar que repiquetearan en mi mente las palabras atribuidas a Gilbert Keith Chesterton, "When men stop believing in God they don't believe in nothing; they believe in anything" ("Cuando los hombres dejan de creer en Dios, no es que no crean en nada; es que creen en cualquier cosa").

Se trata de un auténtico cuento envuelto en ropaje pseudocientífico, repleto de afirmaciones dogmáticas e inexactitudes. ¡Y luego dicen que para creer que Dios creó el mundo y la vida hay que tener fe! Desde luego hace falta fe, pero no sé si tanta como para tragarse la sarta de barbaridades que impúdicamente se presentan como hechos científicamente demostrados. La macroevolución es una imposibilidad científica (léase: de la auténtica ciencia empírica), y no hacen falta razones de índole religiosa para rechazarla. Sólo es necesario conservar un poco de sentido común y no dejarse amedrentar por la propaganda evolucionista.

¿De qué protesta un protestante?

Cuando siendo joven me convertí a Cristo, esto es, decidí dejar mi vida en sus manos y seguirle el resto de mis días, hubo un librito que me impactó de una manera especial. Se titulaba "¿De qué protesta un protestante?", y su autor era Antonio Amengual. Corría el año 1978, y los cristianos evangélicos solían recurrir a explicar las diferencias entre protestantes y católicos para hacerse presentes en la sociedad española de entonces. Es una estrategia que tuvo su momento y fue fruto de unas circunstancias muy difíciles, recién salidos de una penosa dictadura y sin poder disfrutar de una de las más elementales libertades individuales: la libertad religiosa o libertad de conciencia.

Han pasado más de 25 años, y los tiempos han cambiado de una manera vertiginosa. Ha cambiado la sociedad, y con ellos también lo hemos hecho los cristianos evangélicos. Naturalmente hay muchos aspectos positivos a la hora de hacer balance, pero hay uno en particular que se me antoja terriblemente negativo. El protestantismo español ha dejado de ser "voz profética". Se ha acomodado. Ya no protesta.

¿De qué protestan los protestantes españoles hoy en día? Pues, lamentablemente, y dejando a un lado las honrosas excepciones, que las hay, de nada o casi nada... Estamos amodorrados, bailándole el agua al poder establecido, mudos en nuestros pequeños guetos o diluidos en medio de la mediocridad imperante.

¿Dónde están los protestantes? ¿Dónde están los que le plantan cara al pecado, se llame como se llame y venga de donde venga? ¿Por qué no se alza la voz para denunciar los desmanes y anunciar la alternativa radical del reino de Dios? Cada día se están conculcando derechos fundamentales (a la vida, al trabajo, a una vivienda digna, a la libertad) e importantes (a la salud, a la educación, a la información). Y ¿dónde están los dirigentes evangélicos? Están "missing"...

Hay miedo a que ciertas posturas, que compartimos con otras confesiones cristianas, puedan dar lugar a que se nos identifique con la iglesia católica y sean malinterpretadas o utilizadas con fines bastardos. Pero por otro lado tampoco somos capaces de presentar una alternativa clara y diferenciada, no vaya a ser que se nos tome por fanáticos y fundamentalistas. Y así, vemos pasar el tiempo y las oportunidades mientras estamos faltando a nuestra responsabilidad como discípulos de Cristo. Es más cómodo seguir la corriente de los pseudo-progres que controlan las corrientes de opinión del país. Pasa lo mismo que en el cuento: el rey va desnudo, pero nadie se atreve a decirlo.

No tengo grandes esperanzas en que la situación vaya a cambiar a corto plazo, la verdad. Más bien opino que vamos a tener que soportar muchos años de penurias por culpa de nuestro conformismo, nuestra hipocresía y nuestra superficialidad. Lamentablemente nos lo tenemos merecido. Un pueblo que es incapaz de denunciar los totalitarismos nacionalistas y que se arrima al gobierno de turno para conseguir subvenciones y prebendas no es digno de llevar el nombre de cristiano. Un pueblo que se acobarda frente a las embestidas del secularismo más feroz, que se muestra apocado y sin criterio, no tiene más destino que el de ser ignorado, ninguneado, orillado.

Por supuesto que esta no es más que la opinión personal de alguien que está muy lejos de los centros de poder, que nada contra corriente y a quien le importa un pimiento caer bien o hacer campaña para que le elijan para desempeñar un cargo. Aunque bien mirado, si a todos los protestantes españoles nos importara más protestar que adular, ser que tener, tal vez sí habría esperanza de cambio. Lutero tenía 95 tesis. Yo me conformaría con que nosotros tuviéramos al menos 50. ¿Alguien se apunta?

20 años del primer "emilio" español

Este mes se han cumplido 20 años desde que se mandó el primero correo electrónico desde España. Todavía no existía Internet tal como la conocemos hoy. Parece mentira, ¿verdad?

Actualmente hay casi 10 millones de personas en toda España que utilizan habitualmente el correo electrónico. Yo ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que escribí una carta a mano y la envié a través del correo convencional... Hay que ver cómo pasa el tiempo.

¿Mahón o Maó?

La ola de nacionalismo desbocado que nos está tocando sufrir en España alcanza en muchas ocasiones un grado de estulticia difícilmente comprensible o soportable. La política, o la “maldita política”, como suelo decir yo, parece impregnarlo todo. Hasta tal punto que para muchas personas resulta imposible tratar cualquier asunto sin teñirlo (contaminarlo, más bien) de rancios y absurdos desvaríos étnico-identitarios.

En este contexto tan peculiar y esperpéntico, tan español, en definitiva, uno de los caballos de batalla más comunes es el de la lengua. Y así, para asombro de cualquier observador imparcial, vemos como uno de los ámbitos privados más valorados por los seres humanos, llamado a ser instrumento de comunicación y transmisor de cultura, es utilizado irresponsablemente por parte de políticos sin escrúpulos e incultos (valga la redundancia en ambos casos) para intentar desinformar, manipular y uniformar al vulgo.

Ha llegado a mis oídos la polémica suscitada por la aprobación de una moción para normalizar el topónimo de la ciudad de Mahón (Menorca). Según acuerdo tomado por el consistorio municipal, el nombre oficial de la población ha pasado a ser Maó. Esto, que en principio no debería suponer mayores problemas, ha levantado una considerable polvareda. El tiempo dirá en qué acaba el asunto, pero de momento la polémica está servida.

La cuestión es que cuando ocurre algo así parece que todos nos sentimos obligados a tomar partido. Bueno, todos no. Yo no. ¿Por qué? Pues por dos razones muy sencillas. En primer lugar porque el debate puramente político me trae al fresco. Me da exactamente igual que el Ayuntamiento adopte el nombre de Magón, Mahón, Mahó, Maó o Mô. Conociendo a los políticos, seguramente acabarán haciendo todo lo contrario de lo que aconsejan el sentido común o los intereses generales. En segundo lugar, y por fortuna, las lenguas no dependen de las decisiones políticas. Tienen sus propias normas, su propia evolución; en resumen, que van a su aire. Así, Mahón nunca ha sido Mahón en catalán, de la misma manera que Mahón seguirá siendo Mahón en castellano o español. Esto podrá gustar más o menos, pero es lo que hay.

En conclusión, no hay que optar por uno u otro topónimo. Lo que debería hacerse con absoluta normalidad es utilizar la forma apropiada según el idioma que se esté empleando. En español, que es de lo que yo puedo hablar, se suele preferir la versión castellana a la vernácula. Por eso siempre existirá Mahón, con independencia de que sea o no el nombre oficial de la ciudad. Por eso viajamos a Londres, y no a London. Aunque, claro está, hay mucho esnob suelto por ahí que se escandaliza de que la mayoría de castellanohablantes digamos La Coruña o Gerona. Será porque ellos tienen sucursales de su empresa en Köln y en verano viajan a New South Wales.

Por cierto, al hilo de todo esto he encontrado en Internet un
artículo muy recomendable escrito hace algunos años por Ana M. Vigara Tauste. En él se describen muy bien algunas de las diversas maneras en que los medios de comunicación han abordado el uso de los nombres propios no castellanos. Puede ser un buen punto de partida para quien desee conocer algo más sobre el tema de una forma desapasionada.

Prueba

Esta es una prueba sin mayor trascendencia.

Actualización (30 de agosto): Ahora he instalado Blogger para Word y publico estas líneas desde el procesador de textos.
ὁ θεὸς ἀγάπη ἐστίν.